Mundo árabe: ¿pelear o huir?
Autor: Por Jonathan Spyer
La
revelación de que los sauditas han tratado de crear una opción militar para las fuerzas
anti iraníes en el Líbano es el último detalle que cae en
la categoría de “sorpresas no sorprendentes” revelada
por los cables de Wikileaks. Esto no pretende ser una
expresión de decepción. La confirmación de una
sospecha es una de las experiencias más agradables
que pueda tener un investigador.
Desafortunadamente, los problemas que subyacen
al pedido del canciller saudita y el desaire del
embajador de Estados Unidos no han desaparecido.
Los mismos mecanismos funcionan hoy en el
Líbano. Los acontecimientos dominantes siguen
beneficiando a Irán y sus aliados.
Por un lado, la solicitud del canciller Saud al-Faisal
para crear una fuerza capaz de resistir a Hizbollah
suena a algo de obvio sentido común. El pedido
se hizo en un momento en que Hizbollah se dedicaba
a completar un período de 18 meses de rebelión
contra el Gobierno electo en el Líbano apoyado
por Arabia Saudita y Estados Unidos. Hizbollah y
sus aliados lanzaron algo parecido a un golpe de
Estado contra las autoridades, derrotando la débil
resistencia y tomando el control de Beirut Occidental.
El Líbano estaba al borde de la guerra civil.
Era evidente que todo el proyecto de Hizbollah
y el intento de construir un Líbano independiente
y soberano se enfrenta al intento armado de Irán
y Siria para destruirlo por medio del uso de una
fuerza militar de vasallos. Las Fuerzas Armadas
Libanesas, divididas en líneas sectarias y con un
numeroso elemento de chiítas, eran inútiles
como un instrumento para defender la soberanía
del Estado. Ellas se habrían dividido y habrían
dejado de existir si se le hubiera pedido luchar
contra Hizbollah, y hubieran sido derrotadas en
el improbable caso si hubieran tratado de
hacerlo. En tales circunstancias, las dos duras
opciones para los garantes internacionales del
“14 de Marzo” del Gobierno eran: pelear o rendirse.
Pero en un examen atento, Faisal al-Saud
noestaba exactamente proponiendo lo primero en
esta reunión. Los sauditas, siendo sauditas, no
se comprometen a participar en ninguna lucha,
ellos mismo.
Por el contrario, Saud le propuso en 2008 al
embajador americano en Irak, David Satterfield,
la creación de una fuerza árabe, compuesto por
tropas de países árabes, sin nombrarlos, bajo los
auspicios de la ONU y con el respaldo de Estados
Unidos, UNIFIL y la OTAN, para destruir a Hizbollah.
En sus detalles, la propuesta de Arabia
Saudita suena algo alucinante, y uno puede
entender la cauta respuesta de Satterfield con
su promesa de que Obama estudiaría
cuidadosamente cualquier decisión árabe al
respecto.
A los sauditas, generalmente, les gusta que los
americanos pelen por ellos, y la propuesta suena
a un ejemplo de eso. Habría habido poco apoyo
en los Estados Unidos, en 2008, a un enredo
mayor de las fuerzas americanas en un país de
Oriente Medio.
La razón por la cual estamos averiguando sobre
esta propuesta dos años más tarde es
porque nada ocurrió posteriormente.
Hubo una decisión árabe después del golpe de
izbollah de mayo de 2008, pero no fue en favor
de una defensa del Gobierno libanés.
Por el contrario, los saudítas, que tantearon
a sus aliados estadounidenses y los
ncontraron renuentes, concluyeron que desde
que la lucha no era una opción, el único camino q
ue quedaba era el acomodamiento.
De ahí, las concesiones que hicieron más tarde
los clientes sauditas del “14 de Marzo” en las
negociaciones de Doha, incluyendo la cesión
de poder de veto a Hizbollah sobre las
decisiones del Gobierno. Mientras que el
talento de los sauditas como organizadores
recen modestos ante este caso, la claridad de
u análisis es, una vez más, impresionante.
Saud señaló correctamente que Irán estaba
avanzando en una serie de “frentes regionales”,
refiriéndose a Irak y los palestinos como los
otros dos. Señaló, también con razón, que una
victoria de Hizbollah implicaría una “toma de
posesión iraní” del Líbano.
Esto nos lleva a las lecciones para lo que
sucede hoy en día. Acomodamiento en realidad
significa sumisión. La respuesta de los sauditasa
la falta de voluntad americana para apoyar al
Gobierno electo del Líbano fue la de buscar un a
cercamiento con Siria, y formalizar un aparato
para estatal de Hizbollah en el Líbano y su
condición de organización supra gubernamental.
El resultado ha sido que el avance de Iránh
asta ese momento se formalizó cada vez más
como un tipo de decoración.
El siguiente episodio en este proceso puede estar
dentro de poco sobre nosotros. Hizbollah amenaza
con renovar la guerra civil si sus miembros son
acusados por el Tribunal Especial sobre el Líbano
por el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri.
Los sauditas están hablando una vez más con
los sirios para encontrar la manera de “contener“
el impacto de las acusaciones. Esto es, en efecto,
lo que parecen estar tratando de refinar el próximo
acto de rendición.
Está claro que incluso si los miembros de Hizbollah
son acusados, ningún mecanismo existe para
detenerlos. Las amenazas de Hizbollah e Irán,
en las últimas semanas, están destinadas a disuadir
a sus opositores nacionales y regionales de siquiera
pensar en tratar de poner en práctica cualquier
decisión del tribunal. Y estas amenazas parecen
haber funcionado. Así que la reunión entre
Satterfield y el ministro de Asuntos Exteriores saudita
representa una instantánea en un proceso más
amplio que está en marcha en la región durante
la última década.
Es una visión fascinante sobre la profundidad
de los temores de Arabia Saudita, y la
comprensión sutil de las relaciones de poder
sobre lo que Riad es capaz.
Por desgracia, las autocracias árabes son incapaces
de mantener los límites de su sistema por sí
mismos, y esta es la razón por la que los iraníes
han penetrado con éxito este sistema en varios
de sus puntos más débiles.
Saud al-Faisal, después de haber identificado
correctamente el problema, sólo podía pedirles a
los estadounidenses que conduzcan para hacerle
frente. Con la solicitud en letra muerta, la Casa
de Saud ha tratado de acomodarse a los nuevos
hombres fuertes, cediéndoles su punto de avance
actual.
Pero en el largo plazo, esto tampoco funcionará.
Los iraníes y sus amigos tienen ambiciones
que no pueden ser acomodadas.
Así que en el largo plazo, estaremos de nuevo
para luchar o huir. Evidentemente, no hay una
tercera vía.
AURORAISRAEL
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