LUZBY BERNAL

miércoles, 13 de julio de 2011

'Un sacerdote homosexual que no es casto no puede ejercer': Iglesia

'Un sacerdote homosexual que no es casto no puede ejercer': Iglesia

'Un cura gay que no es casto no puede ejercer'
Monseñor Salazar pide a la Corte no legislar sobre el tema a partir de casos 
particulares.
Foto: Archivo / CEET

Monseñor Rubén Salazar habla de la doctrina de la Iglesia sobre los sacerdotes homosexuales.

Este año, la atención de la Iglesia Católica colombiana se ha centrado en dos temas que están siendo estudiados por la Corte Constitucional para su aprobación o no: el matrimonio homosexual y la adopción por parejas del mismo sexo. Monseñor Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Bogotá, hizo un llamado a los magistrados para que "consideren la totalidad de la argumentación, que no se dejen hipnotizar por un caso concreto y que tengan en cuenta todas las implicaciones de una decisión que ellos tomen" (escuche aquí la entrevista con Moseñor Rubén Salazar).
El matrimonio gay deberá ser fallado antes del 22 de julio, mientras que la adopción está pendiente de ser retomada.
Empecemos por el principio: ¿cuál es, a la fecha, la postura de la Iglesia ante el matrimonio homosexual, y la adopción de niños por parejas del mismo sexo?
Tenemos unos principios que son, en cierto sentido, no negociables; el primer principio fundamental es que la familia es la conformada entre un varón y una mujer; eso es lo que está inscrito en la naturaleza del ser humano. Dios creó al ser humano varón y mujer, para que verdaderamente se complementaran; de ese complemento viene la vida de un niño, para así contribuir al mantenimiento de la especie humana.
Entonces, ¿la adopción por parejas del mismo sexo no es viable desde ningún punto de vista?
El niño tiene derecho a crecer en un ambiente propicio para el desarrollo normal de su personalidad. Citan, con mucha frecuencia, estudios sobre que un niño criado por una pareja homosexual crece más sanamente, incluso, que el criado por una pareja heterosexual. Esto no es válido, no se pueden universalizar esos estudios. Por el contrario, también hay investigaciones muy serias que muestran que ese niño criado en un ambiente homosexual crece con desórdenes de personalidad.
Monseñor, pero, es una realidad social: existen en el país muchas parejas homosexuales, con hijos...
El hecho de que exista una realidad social no significa que deba ser legitimada y avalada. Este es un caso concreto: hay una especie de ecología humana que no se puede violentar; si la violentamos, estamos sentando las bases para la destrucción de una naturaleza. Y no se trata del derecho de un adulto a adoptar a un niño: es el niño el que debe tener el derecho a una familia.
El tema de la adopción surgió del caso de una pareja de lesbianas: una es la madre biológica y su compañera quiere adoptarla. ¿Qué opina?
Es muy difícil poder justificar eso. Sería reconocer que cualquiera tiene derecho sobre un niño, a adoptarlo y darle un hogar. Ese es un caso muy específico, pero el problema es que de esos casos específicos se van haciendo legislaciones, y por lo tanto van naciendo leyes generales a partir de casos particulares.
¿Y en cuanto al llamado matrimonio gay?
Las parejas homosexuales tienen derecho a vivir juntas, a que el uno pueda incluir en el plan de salud al otro o a heredarle; pero que eso se equipare a una familia, y por lo tanto a un matrimonio, sobrepasa los límites de lo que es un derecho. Ellos no pueden equipararse a lo que es un matrimonio, que no es solamente el amor entre dos personas y la convivencia; en un matrimonio tiene que haber siempre una apertura fundamental hacia la vida, hacia la fecundidad de la mujer, y eso no se da en un amor homosexual.
Entonces, ¿cuál es la posición de la Iglesia sobre los homosexuales?
La Iglesia respeta a cada ser humano en su dignidad fundamental de ser criatura e hijo de Dios; cada ser humano merece su respeto y estamos convencidos de que los homosexuales tienen derecho a algunas cosas, como ya las han logrado, eso está perfecto; pero cuando nos metemos en el campo de los hijos o el matrimonio, estamos pisando un terreno difícil, complicado. Allí no sólo se involucran los derechos de estas personas, sino, los derechos de los niños.
Hablando de homosexualidad, ¿cómo se maneja el tema de los sacerdotes homosexuales?
Hoy lo tenemos más claro que nunca, precisamente a raíz de las dificultades que hemos vivido en los últimos años: un homosexual que no sólo tiene tendencia homosexual sino que lleva una vida homosexual activa no es apto para el ministerio sacerdotal. Por lo tanto, si en un seminario se detecta que uno de los seminaristas es homosexual, indudablemente se le pide que abandone el proceso de formación para llegar a ser sacerdote.
¿Los expulsan?
Cuando se corrobora que hay un seminarista homosexual (es orden vaticana hacer un filtro riguroso a través de un seguimiento a la conducta de cada seminarista), indudablemente se le dice: por favor, retírate que este no es tu camino.
¿Y qué pasa, entonces, con homosexuales que son sacerdotes?
¿Qué hacer con los sacerdotes homosexuales, que los hay? Si ese sacerdote es capaz de vivir en castidad y, a pesar de sus tendencias sexuales se mantiene casto, sin relaciones sexuales homosexuales, no va a haber ningún problema. El problema es cuando empieza a tener una vida activa homosexual; en ese momento, el obispo debe llamarlo y decirle que si no quiere renunciar a esa vida, se retire del ejercicio sacerdotal. Por el contrario, si quiere ayuda psicológica, psiquiátrica o espiritual para superar esa problemática, de tal manera que pueda llegar a vivir castamente pese a sus tendencias homosexuales, se le ofrece toda la ayuda que sea necesaria.
Entonces, ¿no hay problema si ese sacerdote homosexual tiene una buena conducta?
No, si lleva una vida recta, casta, de entrega absoluta. Pero si eso se detecta desde el seminario, ahí cambian las cosas. Ahí estamos en la obligación de decirle: retírate, este no es tu camino. Lo mismo vale para el heterosexual. Si un sacerdote está enredado con mujeres o si se atreve a fundar un hogar con una mujer permanente y unos hijos, lo mismo: no puede ejercer el ministerio. Y el obispo está en la obligación de prohibirle que ejerza el ministerio.
¿Por qué un homosexual no puede ser sacerdote?
La respuesta es muy clara. El ministerio sacerdotal, como se ejerce en este momento en la Iglesia Católica, a partir de los textos del Evangelio, exige el celibato, y el celibato es intrínsecamente la opción por orientar la totalidad de su amor y dedicación al servicio de Dios; es una entrega similar al matrimonio. La relación de un presbítero con la Iglesia es como una relación matrimonial. Entonces, no tiene sentido que una persona que está ejerciendo el ministerio, al mismo tiempo tenga una vida desordenada desde el punto de vista sexual.
¿Son muchos los sacerdotes homosexuales?
El porcentaje del clero homosexual es muy difícil de precisar. Uno no va preguntándole a cada uno cuál es su tendencia sexual. Nosotros conocemos las cosas por los escándalos o las posibles denuncias que se encuentren en un caso o en el otro; en realidad, considerando la totalidad del presbiterio, son casos muy escasos y aislados. No se puede decir que dentro del clero hay multitud de homosexuales.
JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
Redactor de EL TIEMPO

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