New post on EL NUEVO ORDEN MUNDIAL DE YAHWEH// blog del Apologista, Ingº Mario A. Olcese Sanguineti APO.21:5, JOB 34:13

EL GRAN OBJETIVO DE LA VIDA CRISTIANA ES SER COMO JESÚS

by apologista

Objetivo: Demostrar que Jesús es el modelo de ser humano que Dios espera que seamos todos los que somos sus discípulos.

 Texto de oro: Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

 Introducción

Cuando Poncio Pilato juzgó a Jesús, sin querer y sin saber, hizo una declaración llena de verdad. Narra la Escritura de esta manera: “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” (Juan 19:5). Esta frase final tiene mucho sentido. Jesús es el modelo del nuevo hombre, el verdadero, el que Dios ha tenido como propósito para todo ser humano. Si Jesús es modelo del nuevo hombre, luego entonces ¿existe un viejo hombre? Sí, su modelo es Adán.

 Las dos cabezas de la humanidad. Romanos 5:12, 15 y18; 1Corintios 2:14; 2Pedro 2:21-23; Romanos 6:6.

Adán y Jesús son los iniciadores de las dos naturalezas de la humanidad. Adán fue nuestro padre en el sentido carnal, lo que somos lo heredamos de él puesto que los hijos se parecen a los padres. Lo negativo de la herencia que recibimos de Adán es el pecado. Adán pecó y atrajo sobre sí el juicio divino. Como sus descendientes heredamos su pecaminosidad y todas sus consecuencias, la peor de ellas es la muerte tanto física como espiritual. Los seres que proceden de este tronco son definidos en la Escritura como el hombre natural. Todos nacemos así, tal y como venimos a este mundo, sin más, somos hombres naturales.

Jesús es principio de una nueva humanidad. Si Adán fue pecador, Jesús fue perfectamente santo, nunca hizo pecado ni se halló engaño en su boca. Los que nacen de Adán son pecadores como él, los que vuelven a nacer de Jesús, el Cristo, son como él, santos y en busca de lo espiritual. El nuevo nacimiento es un evento espiritual que nos da entrada a una nueva familia, es un nuevo comienzo que da como fruto el nuevo hombre.

 La lucha espiritual. Juan 1:11-13; Gálatas 5:17-24; 2Corintios 5:17; Romanos 12:21

Cuando nos convertimos en hombres espirituales, nacidos según Dios. Comienza una lucha en nuestro interior entre el viejo hombre y el nuevo, entre la carne y el espíritu. Cuando la Biblia usa la palabra “carne” le da el sentido de dominio del pecado, estar en la carne es estar dominados por el pecado. Un ser humano sin Cristo sólo sabe actuar como pecador, actúa según la carne, odiando, mintiendo, blasfemando y cosas como estas. Cuando Cristo viene, lo primero que hace es despertar nuestra conciencia, él cambia nuestra manera de pensar, nuestra forma de ver la vida y los asuntos de la vida, comienza a impulsar a nuestro espíritu a tomar el dominio de nuestras acciones y poco a poco vamos obedeciendo el impulso espiritual, el espíritu comienza a ganar terreno sobre la carne. Aprendamos a vencer el mal con el bien.

 Crecer hasta la estatura del hombre perfecto. 1Pedro 2:1-3; Colosenses 3:9-10; Efesios 4:13-15.

La Biblia ilustra este hecho haciendo un paralelo con los niños recién nacidos, poco a poco van creciendo, van tomando fuerza hasta que pueden valerse por sí mismos en muchas cosas. Cuando nacemos de nuevo somos niños en Cristo y vamos creciendo, cada vez más y en diversas situaciones vamos aplicando los principios espirituales, nuestra estatura es mayor y nuestra forma de responder es cada vez más espiritual. Debemos de crecer cada vez más hasta que alcancemos la estatura del hombre perfecto, es decir, hasta que nos parezcamos a Jesucristo, esa es nuestra meta. Quizás pensemos que nunca podremos llegar a su estura, es cierto, mientras estemos en este cuerpo de carne, pero debemos de esforzarnos por imitarle siempre y en todo. Esto quiere decir que se debe notar que vivimos una vida nueva como hijos que imitan a su Padre (Efesios 4:22-5-1).